25.7.11

Ya tengo mi cuadro de Hopper

Por fin ha llegado, ya está aqui, lo tengo un mi poder. Se trata una lámina que compré a través de internet de una de mis pinturas predilectas:

The Long Leg, de Edward Hopper, 1935


En 1935 en los cines se estrenaban grandes películas como "Anna Karenina" y "Sombrero de copa"; nacían estrellas como Elvis Presley o Woody Allen y fallecían personajes de gran relevancia como Lawrence de Arabia o Carlos Gardel.  Al tiempo que todo esto sucedía, el pintor americano realista por excelencia de la primera mitad del siglo XX, profesional de la cotidianidad, de la sensibilidad y del color, pintaba con óleo sobre lienzo su obra "The Long Leg".

Al igual que muchos artistas de su generación en Nueva York, Hopper buscó una sensación de alivio al verano en la ciudad acudiendo a la costa de la Nueva Inglaterra. "The Long Leg" se encuentra en la costa sureste de Cape Cod, no lejos de la casa de verano del artista en el sur de Truro, dónde encontraba escenarios de mar y navegación, temáticas recurrentes en su obra.

La obra retrata un barco navegando en Long Point Light en Provincetown a las 3 de la tarde. Aunque muestra una escena de ocio, no aparece gente en el barco o en la orilla, y es que es precisamente este ambiente de aislamiento lo que refleja el abstracto y el símbolo impersonal del Modernismo. Podríamos sugerir que se trata de una invitación a la reflexión sobre la soledad y la compañía, temas igualmente manoseados por Hopper durante toda su obra.


De todo lo que insinúa el cuadro, me quedo con la luminosidad y la gama de azules que la acompañan, un imprescindible en cualquier habitación.

2 comentarios:

  1. Esa zona debe de ser algo así como la costa del Cantábrico en España, menos masificada que el sur y con veranos frescos, ¿verdad?. Al menos esa es la sensación que me transmite, con una luz de verano pero fría, tan distante de las playas mediterráneas que pintara Sorolla. Me recuerda esos lejanos días soleados a las 9 de la mañana en cualquier playa norteña, cuando aún no ha calentado el sol lo suficiente y corre una brisa fría que hace marcas en el agua (como en este cuadro). Además, resulta llamativa su perspectiva, porque sin hacerselo saber al espectador directamente, el pintor nos situa a la fuerza en alta mar, a bordo de un barco para poder contemplar desde esa perspectiva otro barco y la costa.
    Por cierto que otra marina de Hopper preside un rincón de mi habitación. Saludos.

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  2. en verdad que hermoso cuadro. me fascina ese color del mar.

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